Transcurre el año, y en él una
infinidad de festejos. Algunos muy emotivos otros que pasan desapercibidos.
Otoño es mi estación favorita, anuncia la entrada de la siguiente estación, con
su tapiz de flores marchitas sobre el suelo. El aire fresco y los atardeceres
templados con sus múltiples tonalidades naranja. Es un deleite de plenitud y
paz. Casualmente estoy detrás de un ventanal, que mira hacia el poniente. El
atardecer ha comenzado. Las guitarras suenan al fondo, tratando de hacer una
melodía para este especial ocaso. En particular, este día es una buena
justificación para escribir, para relatar lo que sucedió hace ya 5 años.
Recuerdo muy bien la primera
imagen, la primera filmación a través de un enorme cristal de aquella sala de hospital
llena de vida. Impaciente esperaba la llegada de esa maravillosa criatura frágil y pura. En mi
mente revoloteaban pensamientos. ¿A quién se parecerá?, ¿estará enorme?,
¿tendrá cabello?, ¿llorara? En fin, múltiples preguntas que venían a mí para adelantar
el tiempo. De pronto, se abre la puerta dentro de aquella caja de cristal. Aparece
una enfermera empujando un carrito y en él, un milagro de vida hecho realidad, mi
hijo. Llevaba una etiqueta color azul con el nombre de Jesús Eduardo. No podía contener mi emoción, lo admiraba. Lágrimas
de felicidad rodaron mitigando mi emotivo sentir. Agradecía a Dios por tan bello regalo. Quería
atravesar aquel frágil muro y llegar hasta él. Con mi cámara
empuñada, seguí grabando cada uno de sus movimientos y gestos. Comenzaba
a dudar del tiempo, era como una especie de sueño. Prácticamente ese día cambio
mi vida.
Mientras tanto, en la sala de
operaciones, mi esposa luchaba por su vida. Entro en un cuadro grave de preeclampsia,
un problema de hipertensión. Yo no me entere de lo sucedido hasta después.
Gracias a Dios cuando la pasaban de la sala de operación hacia el cuarto me di
cuenta que todo había pasado. La intercepte en el pasillo tomándola de la mano le
di un beso en su frente. Ella se veía cansada y con frió. Aún recuerdo aquel
extraño comentario “Cuida de nuestro hijo”.
Fue una secuela al estar, tal vez, cercas de la muerte. Para su buena
suerte, Dios la tiene muy apapachada, aún sigue viendo a nuestro hijo crecer.
Al día siguiente, regrese por la
mañana al hospital con la esperanza de entrar a conocer cara a cara a nuestro retoño. Llegue primero con mi esposa, la vi con un
semblante mucho más relajado, aunque con las dolencias de la operación. Me dijo
que ya se sentía un poco mejor. Creo que noto mi ansiedad por conocer al
pequeño lalito, que rápido me mando a
“cuneros”. Debo de admitir que tenía
nervios. Lo pies los sentía flojos. Entre y pregunte por él. La enfermera lo
saco de su calientita y angosta cama. Se a cerco a mí y me lo entrego. Cuando
por fin lo vi de cercas, era como un pequeño “viejito”, un abuelito prematuro,
con su arruguitas, su olor muy peculiar y con el cuerpo muy frágil. Se acorrucaba
entre mis brazos, pareciera que me daba la bienvenida. En ese momento le prometí,
estar siempre con él en las buenas y en las malas. Le dije que lo apoyaría en
todo en lo que él quisiera ser. Imagine su primer paseo en bicicleta. Tal vez,
porque de pequeño me emociono aquel regalo de mi padre. La visita se prolongó,
las enfermeras me veían como diciendo: “ya fue demasiado”. Sin embargo, el
tiempo voló, así como estos primeros 5 años de su llegada. Eduardo ha
enriquecido nuestra instancia en el mundo, dándonos muchas alegrías y otras pocas
preocupaciones. Esta experiencia de ser padre ha transformado mi manera de ver
la vida. Me impulsa a seguir adelante. Me levanta cuando mi ánimo está cabizbajo.
Y otras veces, Lalito me levanta de la cama ¡muy temprano en domingo!
Apenas sabe leer, pero como
habla! Algunos de mis amigos aseguran que me hace bulling. Es un niño muy
activo y ocurrente. Algún día leerá este mensaje donde algunos fragmentos perduraran
en su mente y corazón. Quiero permanecer
siempre con él, aunque un día también el tendrá que salir a escribir su propia historia.
Te amo.
Se lo que quieras ser, pero invítame a ver como lo logras.
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