Dicen que cada día es una nueva oportunidad para despertar. Para reencontrar el camino y otras pocas para morir. Sin embargo, estos días he visto una estela de muerte, de flores marchitas. Definitivamente no es por el invierno sino por nuestra actitud hacia la vida. No existe el respeto. Mucho menos la esperanza. Vivimos en un mundo virtual, donde los horrores cotidianos están de adorno en algún lugar de nuestros muros. Pasan desapercibidos como si fuera algo normal. Leemos a diario los asesinatos, corrupción, actos de bullying, violaciones, enfrentamientos, en fin, un sin número de situaciones que lejos de ser erradicadas pareciera que nos aferramos a esas toneladas de basura. Nuestra percepción de la vida ha cambiado, gran parte debido a la tecnología que hoy consumimos. Estamos viviendo en una era virtual que poco a poco nos absorbe convirtiéndonos en lo que alguna vez fueron nuestros ancestros: Cavernícolas
Percibo a la juventud, encerradas en sus cuevas con ventanas digitales que fungen de mirador. Desde ahí creen estar contemplando todo, no se pierden de ningún suceso. Ahí donde las maravillas de la vida suceden. Están permanentemente informados. Escarbando en busca de “algo”. Definitivamente el internet es un mar de información donde no nos bastaría una sola vida para explorarla en su totalidad. Ahí los jóvenes tienen el poder de expresarse, de aportar cualquier idea, comentario o crítica. Son celosos de su espacio, realizan rituales de interconexión como si de un templo se tratara. Donde el espíritu santo es la conexión de banda ancha. Sin ella los dispositivos no tendrían vida, no habría esperanza. Los días serian un martirio, una monótona agonía. Por eso, es indispensable para ellos, siempre permanecer en línea. Encerrados en su cueva, su vida poco a poco van deteriorándola y peor aún, no se dan cuenta que se estan convirtiendo en cavernícolas digitales. No podemos ocultarlo, todos los días leemos infinidad de comentarios racistas, distorsionados de la realidad. La descalificación, morbosidad, burla y chantaje son los más predominantes.
Queremos que México cambie, que nuestros gobernantes por arte de magia resuelvan nuestros problemas, demandas y necesidades. Somos buenos para juzgar, pero pocos para trabajar. Basta ver los perfiles de algunos, para darnos cuenta que no se trata solo de nuestros líderes sociales, sino de nuestra propia actitud hacia la vida. Somos carentes de la definición de humanidad. Deseamos la muerte, nos mofamos de las tragedias, creamos imágenes erróneas y distorsionadas de la realidad. Humillamos y engañamos. No conforme, consumimos y distribuimos esta basura de forma masiva en un solo clic. Para variar, dicen que a los Mexicanos no nos gusta leer, yo digo que sí. Sino las redes sociales no tendrían éxito. Se trata de canalizar nuestra energía en cosas positivas. No solo en el copy/paste. NO dar a todo ME GUSTA. Piensa antes de compartir una imagen, comentario racista u ofensivo pues son el reflejo de tu vida. No permitamos que el mal uso tecnología nos devuelva a la era de la prehistoria. Hoy necesitamos de la humanidad, de seres racionales pero sobre todo reflexivos para enfrentar las transformaciones y las adversidades a las que nos enfrentamos día a día. Atrévete a salir de tu cueva. El mundo necesita de ti.
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