Había una
vez, una pequeña niña llamada Sofí, vivía en un mundo de grandes sueños y
aventuras. Juntos a sus primos creaban bellas historias, interpretaban a su
manera el mundo donde vivían. Lleno de colores y alegría llenaban la casa de la Abu Rosita. Unos más
grandes que otros, pero al final siempre terminaban conviviendo en alguna mítica
aventura.
Un día la
pequeña Sofí, encontró un pequeño crayón purpura en el patio de su Abu Rosita, era algo
extraño porque justo en la cabeza de aquel color, se encontraba una bella esmeralda. Tomó el crayón y espero que llegaran sus primos
para preguntar quién era el dueño. Estaba sola en el pórtico de
la casa, imaginando que podría ser aquella hermosa piedra incrustada en el color purpura.
-
¿De quién será
este extraño crayón? Tiene una hermosa piedra brillante que me hace soñar despierta. ¡realmente
es hermosa!. – Exclamó Sofía mientras admiraba aquel crayón.
Una de las cualidades de la pequeña Sofía, es
que era una niña muy honesta. Por eso esperaba paciente para entregar aquel
objeto que se había encontrado en el
patio de Rosita.
Nadie de sus primos llegaba…
Tirada en el suelo, no se cansaba de mirar el
crayón. De pronto vino a su mente un hermoso oso pardo, lanudo con patines y moño.
Tomó el color y dibujo sobre el piso
aquel mítico oso que saltaba de un lado a otro en su mente, como queriendo
escapar. Le quedó estupendo, fue casi una obra de arte, al parecer el crayón sabía
de antemano lo que Sofía deseaba dibujar.
-
¡Es un
hermoso dibujo! Serás mi nuevo amigo, te llamaré “Fredy, el oso”- dijo Sofía.
-
“¡Sofí la
comida esta lista!” – La Abu Rosita la llamó con un grito desde la cocina. Que por cierto, cocinaba delicioso.
-
Lávate las
manos, tienes mucho color en tus manos. – dijo Rosita.
-
Sí, es que
estuve dibujando, espero no te molestes porque raye un poco el piso. Pero no te
preocupes, Rosita yo lo limpiaré después de jugar. – le comentó Sofí.
Sofí además de ser muy honesta, tenía la
cualidad de ser ordenada y responsable.
De pronto, se escuchó la algarabía entrando
por la puerta. Eran sus primos, que venían a jugar. ¡Por fin Sofí sabría de
quien era aquel crayón!
Sin dejar pasar un segundo más...
-
¿Alguno de
ustedes es dueño de este hermoso crayón
purpura? - preguntó Sofí.
Uno a uno de
sus primos y primas vio el crayón y nadie lo reconoció. Pareciera que hubiera aparecido por arte de
magia en el patio de Rosita o por lo menos esa era una de tantas explicaciones que Sofí tenia.
-
¿Si no es de nadie, entonces de quién es? ¿Cómo llegó
al patio? ¿se caería de algún avión? ¿lo aventaron con una catapulta desde el
otro lado de la ciudad? ¿o nació de una planta? ¿!que rayos esto diciendo!?, ¡olvídelo!
Mejor vamos a ver el oso simpático que dibuje. – Dijo Sofí a todos sus primos.
Juntos corrieron
al pórtico para ser testigos del maravilloso dibujo del oso Fredy.
¿Dónde está? ¡justo aquí estaba! ¿A caso lo borraron cuando entraron? - preguntó Sofí a sus primos.
Nadie de sus primos sabía
de lo que hablaba, nadie vio el dibujo en la entrada. Pareciera que
alguien hubiera limpiado tan bien, que no dejó ningún rastro. Era algo
inexplicable. Sofía, miro
el crayón, como intentando interrogarlo y termino por guardarlo en su mochila.
Esa tarde,
todos olvidaron el dibujo “fantasma” que había hecho Sofí. Se pusieron a jugar
como todas la tardes después de comer. Entre risas, gritos y mucha diversión el
sol se ocultó.
Al anochecer,
los Padres de Sofí llegaron para llevarla a descansar a casa. Con un dulce
beso se despide de su Abu Rosita, toma su mochila y se marcha con la esperanza
de regresar mañana a otra gran aventura.
Ya en casa,
Sofí pregunta a su madre justo antes dormir. “Mamá, ¿tú crees en la magia?”.
-
La magia
existe, como esta luz que alumbra tu cuarto. Cierra tus ojos y descansa mi
pequeña Sofí – Respondió la madre. Y con un beso le da las buenas noches, apagó luz y cerró su cuarto.
Lentamente los
ojos de Sofí comenzaron a cerrarse y entre sus sabanas abrazaba aquel crayón
purpura mientras que la esmeralda tenuemente iluminaba las penumbras del su cuarto. Se sentía cansada de tanto correr, reír y
disfrutar de su hermosa familia. De pronto, se escuchó un estornudo. “ Achuuuuu!”-
¡¿Quién anda ahí!? – Sofí exclamó sin temor mientras iluminaba el cuarto con
la esmeralda del crayón.
-
Hola, no te
asustes soy alguien que tú conoces. – se escuchó una voz tímida y aguda.
-
¿Qué conozco?
Y que haces dentro de mi cuarto, de mi casa a estas horas! Sal para que pueda
verte! – dijo Sofí.
Lentamente una figura, grande y un poco
regordete, se acercaba a la luz que emitía la esmeralda del crayón.
-
Soy Fredy,
el oso, estoy aquí gracia a ti, tú me dibujaste en el pórtico de la casa de tu
abu.
Con gran asombro Sofí, corre y prende la luz
del cuarto y comienza a pellizcar su brazo para comprobar que no fuera un
sueño. ¡Simplemente no podría creerlo! Un hermoso dibujo hecho realidad. ¿A caso
es este crayón, un crayón mágico? – sorprendida, preguntaba.
-
Lo es, y
todo lo que dibujes cobrara vida, Sofí. ¿Es genial no crees? Por cierto, me gusta mi
nombre. – dijo Fredy.
En ese momento, Sofí corre a abrazarlo, a
sentir la textura de su nuevo amigo Fredy el oso. Era un momento único, tan único
como los trazos de aquel crayón. Esa noche, ambos platicaron hasta tarde, compartieron historias hasta
que la luna se escondiera en el horizonte.
Es noche, comenzó una nueva historia, una larga amistad llena de alegría y aventuras.
Es noche, comenzó una nueva historia, una larga amistad llena de alegría y aventuras.
Así era la pequeña Sofí, llena de historias,
cuentos, diversión y muchas alegrías. Hoy ha crecido, tiene 14 años, pero jamás ha dejado de dibujar con aquel crayón,
plasma cada día lo que quiere para el mundo, lo que quiere para ella y los
suyos. Comparte sus sueños, anhelos y lucha para que estos se
hagan realidad. Al final, cada quien tiene su propia historia y su inigualable
magia…
Muchas felicidades Sofí.
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