En la vida vamos cerrando
puertas, capítulos que son desagradables, indeseables y muy dolorosos. Otras veces, nos toca que nos den el portazo.
La molestia, la frustración, la desilusión, el cambio forzado y necesario de
recapitular nuestra historia. No todos sabemos cerrar esas historias, y otras
veces la incapacidad de aceptar la situación nos desgasta a diario. No sabemos
distinguir entre cerrar un capitulo y cerrar nuestro corazón volviéndonos fríos
e indiferentes. Pretendemos que el “tiempo” haga el trabajo por nosotros.
¿Olvidar? No podremos, porque las situaciones que nos marcaron ya sea por
instantes de felicidad o de desdicha, los llevaremos toda la vida. El perdonar se
trata de vivir un proceso, un duelo que sin lugar a dudas quema nuestro ser.
Nada fácil a decir verdad. Pero piensa un poco que el perdonar es una oportunidad para poder
continuar en nuestro camino y sin cargas.
Alguna vez hemos escuchado o dado
el consejo de: “lo que debes de hacer es perdonar”. Liberarte es imprescindible
de aquellas emociones que causan malestar en tu vida, incluso de la fuente que
esto lo genera. El proceso no es fácil, debemos dejar fluir la vida sin juzgar,
ser humildes aceptando las cosas que pasaron y que quizá, no volverán a ser las
mismas. Es permitir a tu corazón sentir compasión y dolor, es ajustar y
replantear libremente tu sentir. Prácticamente, perdonar también es vivir un
duelo. Pero hay un problema, nadie nos enseñó a hacerlo. Caminamos como zombis
inherentes a la realidad, privados de toda alegría donde la amargura permea con
sabor angustia. El mayor obstáculo es tu orgullo, aquel que te encapsula en la
desdicha. Aunque anheles un nuevo amanecer, el sol no saldrá hasta que aceptes a
la noche, a la oscuridad que embarga tu corazón.
Acepta el miedo, atraviésalo con valentía
y en cada paso elige amar y perdonar. El perdón comienza en nuestros corazones. Es por ello que es importante a aprender a
perdonarte a ti mismo para recibir y dar perdón. No lo condiciones, solo déjalo existir. El camino
se pondrá difícil, pero debes de continuar sin juzgar. Así como el aire acaricia
tu mejilla, de esa misma manera deja que el perdón acaricie tu ser. Acéptalo y
date permiso de experimentarlo con todo lo que conlleve responsabilizándote de
tu sentir sin proyectar en otros tu herida, tristeza, frustración, rencor, amargura. Deja que el dolor fluya y que cale hondo para que comience a cambiar, a
transformarse en el perdón anhelado.
Estamos aquí para amar y
aprender. No vivimos para depender, ni para existir en el otro. Ni mucho menos
pretendamos que los demás satisfagan nuestras necesidades. El amor comienza a
fluir cuando comienzas a quererte a ti mismo. Todos los berrinches, patadas,
azotes, son una clara señal que lo único que pides es amor. Ahí donde
comienza una nueva historia, sin carga, sin temores aceptándola exactamente
como es, como son y sobre todo como eres.
Al final te darás cuenta que eres
perdonado cuando no hay nada que perdonar. Agradecer por los aprendizajes que
adquieres al enfrentar tus errores con responsabilidad es una bendición y por
añadidura pronto encontraras la luz, tu paz. Acéptate realmente como eres y a los demás
sin juzgar. Practícalo todos los días, veras que muy pronto te será más fácil perdonarte
y perdonar. No cierres más las puertas de tu corazón, elige ser libre. Como lo
dijo Paul Ferrini: “porque el amor no condena, sino que nos
recuerda que siempre hemos sido libres. Libres de aprender y libres de perdonar.”
Crece en el perdón. Bendiciones.
Estoy de acuerdo en que pata perdonar debemos ser libres. La libertad y el amor son dos rutas que nos hacen ser comprensivos, responsables, respetuosos y ajenos al mismo tiempo.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que pata perdonar debemos ser libres. La libertad y el amor son dos rutas que nos hacen ser comprensivos, responsables, respetuosos y ajenos al mismo tiempo.
ResponderEliminarNo me queda claro el término pata en tu comentario. Si algunas veces metemos la pata y hay que perdonarnos. Al final somos mortales. El amor nos hace precisamente compasivos, comprensivos, responsables, respetuosos... Tal y como lo plasmaste. Un abrazo mi querida amiga eterna Nadya. Ya perdoname jaja
EliminarNo me queda claro el término pata en tu comentario. Si algunas veces metemos la pata y hay que perdonarnos. Al final somos mortales. El amor nos hace precisamente compasivos, comprensivos, responsables, respetuosos... Tal y como lo plasmaste. Un abrazo mi querida amiga eterna Nadya. Ya perdoname jaja
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