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El Candy Crush de la privacidad

Hablar de privacidad es hablar, para muchos, sobre la intimidad que tenemos en nuestro trabajo, hogar, en el baño, escuela o en cualquier otro lugar donde se finque una especie de muralla para mantener afuera a los mirones. Diferentes autores la definen de muchas maneras y grandes debates se han realizado durante las últimas décadas. Wikipedia la describe como “La privacidad puede ser definida como el ámbito de la vida personal de un individuo que se desarrolla en un espacio reservado y debe mantenerse confidencial”. Desgraciadamente en México y en varias partes del mundo no saben valorarla, la sobreexplotan y al final quieren blindarla cuando ya es demasiado tarde. Hay muchas formas de perderla, un ejemplo básico podría ser: el tirar documentos a la basura, que para otros pueden ser datos útiles para cometer un robo de identidad, un desfalco bancario, entre otros. Sin embargo hay otro fenómeno que está creciendo rápidamente y ha traído consigo muchos dolores de cabeza, hablo de la exposición de nuestra privacidad en las redes sociales.

Antes que nada definamos qué es un dato: Es una representación simbólica (numérica, alfabética, algorítmica, entre otros) de un atributo o característica de una entidad, en nuestro caso personas, que al ser procesado pueden identificar, describir e incluso analizar antecedentes crediticios,  psicológicos y médicos en otras palabras obtienen información sensible. El problema comienza cuando las personas, empresas o gobierno invaden nuestra privacidad. Las fuentes son variadas, desde mecanismos deficientes para proteger nuestros datos  por parte de los proveedores de servicios en línea como son Facebook, Twitter, Google+, entre otros. La falta de ética de las empresas y el uso indebido de tecnología móvil como son tabletas y smartphones; Sin embargo, el principal problema es la falta de cultura de los internautas, no leen los avisos de privacidad (que son realmente extensos y acaban por dar clic en “aceptar”); publican su vida privada y la de otros en fotos, texto y comentarios; y la tendencia del momento, instalan aplicaciones de Facebook sin advertir los permisos de acceso mientras tanto los demás pagamos los platos rotos, nos inundan de invitaciones de juegos, horóscopos y de más. ¿Quién rayos le dio mi perfil a esta aplicación si lo tengo privado? – tal vez te preguntes. AutoMagicamente aparece la respuesta: @fulanitoDeTal te invito a probar Candy Crush - esto equivale a  si alguien desconocido te marca a tu celular, saludándote por tu nombre,  con la finalidad de invitarte a probar un producto, mientras tú le preguntas quien le dio tu número, él seguramente contestará que algún amigo tuyo llamado ¡Cándido!. Pudiera citar muchos más ejemplos del cómo, infantilmente, comprometemos nuestra privacidad y la de los demás.

Para finalizar, quisiera compartirle algunos escenarios que están sucediendo a diario: Te niegan el empleo por las cosas que alguna vez  publicaste en alguna red social o  tal vez,  te encuentras otro perfil idéntico al tuyo creado con la finalidad de cometer fraudes; incluso alguien de tus amigos publica algún dato que pudiera comprometerte o simplemente violar tu intimidad. Mientras tanto las leyes mexicanas no han avanzado mucho en este rubro, por no decir nada.  La tecnología seguirá poblando nuestro mundo interconectándonos a más personas y obviamente a más problemas. La falta de atención y valor a nuestros datos personales devalúa intrínsecamente nuestra privacidad. Adoptemos y fomentemos una cultura de protección a nuestra información personal; pero sobre todo, reconocer que nuestra privacidad es un derecho universal. Al final cuando comprendas este mensaje, no desnudes la vida privada de alguien, respeta su intimidad.


Comentarios

  1. Pienso que al usar las redes sociales nos vemos atrapados por estar a la vanguardia en lo que pasa en la redes sociales, educar el buen uso de las tecnologías es un principio de civismo.

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