La vida en pareja no es nada
fácil, al menos para los que no creen que la clave de la felicidad esta en
unirse simplemente enamorados. La decisión de afrontar una vida juntos debe
tomarse muy en serio. Soñamos e imaginamos que la felicidad es estar solo al
lado del ser amado, creamos escenarios pintorescos donde no tomamos en cuenta
las adversidades fingiendo que no existen o por lo menos, no las visualizamos
en ese maravilloso lienzo color amor.
La vida transcurre deprisa y en ocasiones nos vemos obligados a tomar
decisiones apresuradas sin antes haber meditado; sin embargo, no existe una fórmula como tal para vivir
feliz en pareja, ni si quiera una edad en específica. Muchas historias de final
de novela barata pasan, donde las parejas se conocen, se enamoran rápidamente en
los primeros capítulos, juntos surcan adversidades (celos, mal entendidos,
suegras ponzoñosas, padres borrachos, matones y demás) y al final se unen en
matrimonio. A mi punto de vista, la mejor historia jamás televisada seria
precisamente esa, lo que sucede después del matrimonio, la adaptación, la
responsabilidad, el cambio de vida y por supuesto los detalles que hacen único
a un matrimonio.
La información del Censo de
Población y Vivienda 2010 muestra que en el país, 43.9% de la población de 15
años y más está casada y 15.6% está en unión libre, en conjunto, seis de cada
diez se encuentra unida. La población soltera representa 29.9% y sólo una de
cada diez (10.4%) está separada, divorciada o viuda. Más jóvenes adolescentes se
unen en pareja, ya sea por algún amor prematuro, por pretender huir de sus hogares, de su pasado, embarazos no planeados, por mitigar la soledad, por buscar un padre o madre postiza entre otras muchas
cuestiones. Entrar en la espina dorsal del por qué decidimos unir nuestras vidas
en pareja, es como querer desentrañar cada rincón de nuestra alma en busca de
aquella evidencia que nos motivó a tomar la trascendente decisión; sin lugar a
dudas, entraríamos en un debate cerebral donde el ganadora seria, la frustración. Y es que
queremos abarcar mucho en tan poco tiempo, perdemos los sabores de la vida,
arruinados por el consumismo desenfrenado que a diario nos venden en el
internet, televisión, “amig@s” e incluso la familia. La monotonía y la apatía llegan
sin ser invitados. Peleas y falta de comunicación serán el pan de cada día. Si
esto lo vives, no permitas que tu libertad sea corrompida y aplastados tus
sueños y no hablo de tu pareja, hablo de ti mism@. Para cada problema una
solución, ocúpate por buscarla.
Existen varios indicadores
positivos que pueden fomentar una buena relación en pareja, alguno de ellos son
los valores y el ejemplo que nuestra familia nos depositaron a través de los
años, para mí los más importantes. Recuerda, en la escuela no enseñan a ser buenos
padres, ni pareja, eso lo “vemos” en casa, en nuestro hogar, esa es la
mejor herencia que será sembrada automáticamente
en las próximas generaciones. Y si tú eres de los muchos jóvenes que viene de
una familia disfuncional, aprende que los caminos mal trazados son los más difíciles de andar, si ya los
viviste en “carne ajena”, da gracias por ello también, ahora ya sabes que
actitudes no debes de tomar para ser infeliz. Ya para terminar, si alguna vez
decides unir tu vida, recuerda que el amor no lo es todo pero es un buen
comienzo, después ese mismo sentimiento se transformará, entiéndelo, abrázalo y
no lo dejen ir. Algún día podrías terminar diciendo en la banca de algún bosque, junto a tu pareja: “gracias amor por acompañarme en todas mis aventuras y dejarme ser cómplice de
las tuyas “.
Comentarios
Publicar un comentario