Tal vez el titulo te haga divagar
un poco, imaginar que el relato se tratara de algún género musical. Pero no es así,
no tiene nada de melodioso. Más bien es sobre comida. Caso concreto de gorditas
al carbón. Debo de aclarar que he probado de varios lugares, pero este en
especial me ha gustado mucho. Tienen todo, variedad de comida, la cantidad
exacta, sabor, consistencia, textura, etc. No sigo porque ahora yo divagare en
el tema central. Hace poco encontré este lugar por casualidad, cuando fui hacer
unos depósitos bancarios. A lo lejos vi un asador e imagine por inercia que sería
carne asada. Que por cierto estaba en ayunas. Cada vez que acortaba la
distancia su aroma podía percibir. ¡Olía delicioso! Y de pronto la “manifestación tripal” se hizo presente.
Hasta pareciera que tenían vida propia. Tal vez veían y olían a través de mi
ombligo. (Sonó a fabula este es otro género). Cuando estaba en el lugar inmediatamente
busque lo que cocinaban. Y mi sorpresa fue que eran gorditas al carbón. Usaban una
brocha para barnizarlas. Impregnadas con una especie de aceite las asaban. Era su
aderezo.
Motivado por aquella manifestación,
no dude en cumplir sus exigencias. Pedí solo dos gorditas. Solo eso completaba
para poder calmar a la multitud estomacal. La señora del asador, vio mi cara,
tal vez de hambre y antes de pedirle el menú, me dice “quiere gordas? Pídalas adentro.”
Obedecí inmediatamente. Estando en el interior, amablemente una señora que
cobraba, que por cierto era la dueña del negocio, tomo mi orden. Las pedí para
llevar. El negocio está muy acogedor, es una casa y en sus cuartos abiertos los
comensales. Mientras esperaba mi pedido. Había unas chicas en la fila, eran
universitarias. Cuando llegaron a la caja, una de ellas pregunta a la señora. ¿Tenemos
que meter la mesa que sacamos?, porque la señora del asador nos dijo que si la sacábamos
la teníamos que meter. – pero para nada, yo soy la dueña y ustedes mi clientes.
Yo digo que la dejen ahí. Y a la otra no tiene ni porque sacarla, yo mismo lo
hare.- Respondió. Dio el lugar a tod@s con esa respuesta. Me quede un poco
pensativo del porqué de la actitud de la “señora del asador”. Salieron mis
gordas de la cocina y las llevaron a asar. Fui tras de ellas. Era una especia
de custodio.
Afuera en el asador. Puse atención
en el cómo asaban las gorditas. Salieron como 6 de algún pedido. La señora las
colocaba en una charola mediana. Se acerca un caballero y le dice - son separadas tres y tres. – por eso se las
pondré separadas dentro de la misma charola, o las quiere separadas por plato. Arremete
la señora. El señor le comenta amablemente que el pidió charolas separadas en
el momento de que le tomaron el pedido. Con un gesto a disgusto la señora cambio
las charolas para ponerlas individuales. Salsa
y servilletas aparte. Pido el señor. Termino ese pedido mientras las mías
ya estaban asadas. Era mi turno, ¡por fin!. Además de percibir el delicioso
aroma también percibía el enojo y frustración
de la empleada. Era una señora como de 54 años. No quería dejar pasar el
momento. ¿Y cómo se ha estado señora? –
pregunte. Como si ya la hubiera conocido. Ella con una mirada extrañada, me
dice con voz baja -pues bien que más hace
uno… trabajar.-escuche atento. No había
de otra. Así gira nuestro mundo. Pero ahora con las elecciones a ver cómo nos
va con el nuevo presidente. -Le comente. mmmm pues le diré, todos son iguales. Los actuales gobiernos no sirven
para nada. Son unos hijos de la chi”#$!=”#, con coraje me respondió. Creo
que fue un error haberle saludado, pensé. – no
se apure, lo importante es que hoy usted tiene por lo menos un trabajo digno.
Hay muchas personas con solicitudes en
mano, que decir de los adultos que no tiene muchas posibilidades de encontrar
un empleo. Ya vendrán tiempos mejores. - Le dije. Su postura cambio un poco. Pero aun percibía su inconformidad por
su trabajo. Por lo que hacía.
Uno de los trabajos que respeto y
admiro mucho es precisamente el de comida. Así como los doctores alivian
nuestras enfermedades. Nos ponemos en sus manos y confiamos en ellos. Eso mismo
pienso en los que venden comida. Somos su responsabilidad. El buen uso y preparación
de los alimentos deben ser su prioridad. Proteger ante todo nuestra salud. No
me cabe la menor duda, que la mejor comida que se sirve es la que está hecha
con gusto, con placer de servir. La sazón es otra. Eso fue lo que me motivo a
hablarle a la señora del asador. Quería hacerla sentir que lo que hacía es
digno. El servir a los demás es una de las actividades más nobles y reflejan
nuestra humildad. Sin embargo era más su molestia por estar en ese lugar. Al fin
de cuentas, no sabemos qué es lo que su corazón atraviesa. Es por ello, que
estoy convencido que debemos encontrar en nuestro trabajo algo que nos guste. Algún
detalle que nos motive a levantarnos temprano por la mañana. Habrá veces que
amaremos todo lo que hacemos en nuestro empleo. Pero habrá otras donde lo difícil
será encontrar ese algo que nos dé gusto por hacer nuestras actividades. Valorar
lo que hoy tenemos con actitud positiva. Si después de eso no cambia nuestro
mundo. Hay que hacer lo de la televisión, cambiar
de canal.
Al final, me despedí de ella. Le
comente que no sería la primera vez que nos veríamos. Pues por ahí esta mi
trabajo. Me llamo Samuel, ¿Cuál es su
nombre? – le pregunte extendiendo mi
mano. Me llamo, Chacha. – me responde. ¡Pero que pesado será salir de esa
actitud! además tendrá que cargar con ¡tamaño etiqueta! que le recordara lo “indignante”
que es servir a los demás. Pensé.
Chacha: Mujer que se dedica a realizar trabajos
domésticos en una casa distinta de la suya a cambio de dinero, generalmente por
horas o algunos días a la semana. Para mí
es quien me dio de almorzar riquísimo aquel día.
Me parece un articulo que se queda en el análisis y la reflexión de nuestras propias vidas, la actitud de hacer las cosas por pasión y no por compromiso es lo que nos diferencia como seres humanos para tener construir un día con día mas feliz.
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