Gracias a todas y todos ustedes
por su muestra de cariño, su picardía y travesuras. En mis diferentes redes
sociales como son: Facebook, whatsapp, twitter y ¡demás!, a través de ellas llegaron
todos sus mensajes y me recordaron que no solo son contactos, sino amigas y
amigos reales, palpables y abrazables. Aunque no a todos los vea, sé que están detrás
de alguna de estas ventanas. Gracias por su tiempo por dedicarme algunas líneas.
Palabras que resuenan en mi mente que dice “aquí estamos” y en mi corazón “nunca
los olvidare”. Soy un amante de la tecnología, algunas veces me ha alejado y
otras muchas acercado de ustedes. El detalle es sin lugar a dudas, el
equilibrio.
La amistad también se palpa en
las palabras, llamadas, sonidos, en las imágenes… para todos aquellos que me
mandaron un abrazo cibernético, créanme cuando les digo que fue recibido, me llegaron
todos. A los que me conocen (creo que la mayoría) saben que aprecio estos
detalles. Sobre todas las cosas esta nuestro Dios, aquel que me ha mantenido de
pie en los momentos difíciles y sonreído en los felices. Mi vida está llena de
sorpresas y aventuras. Que decir de mi familia, ¡es grandiosa! Y Uds son parte
de ella.
A veces no encuentro las palabras
que explique lo que siento, pero creo que en este universo cada uno de nosotros
es parte de un mecanismo que hace fluir la vida, la energía misma. Somos cómplices
de la existencia, estamos entrelazados en un mismo tejido. Somos parte del
mismo aire que respiramos, del agua que bebemos. Me pregunto ¿Qué sería el
mundo sin nuestra amistad? Quizá, soledad, amargura y desesperanza. Los amigos son los superhéroes que aparecen en
las escenas complicadas de nuestras vidas, son aquellos que dejan hacer sus cosas
desinteresadamente para tendernos la mano. En otras ocasiones nos toca ponernos
la capa de superhéroe, y así saber que la amistad es, sin lugar a dudas, recíproca.
Gracias por los emotivos momentos que me han compartido, sus vidas, sus
experiencias, tristezas, alegrías y demás. Las atesoro conmigo.
A mis 35 años solo les puedo decir que crean eso de “vive
tu día como si fuera el último”. Los años son simbólicos. En ocasiones son un
suspiro y otras veces una eternidad. Solemos caer en la rutina y no permitimos
la entrada a las nuevas experiencias. Aquellas que a diario golpean nuestra
puerta y las ignoramos. Tal vez por miedo o al que dirán. Entonces decidimos ver la vida pasar a través de
nuestra empolvada ventana. Salgan a compartir su mundo, no teman a ser
juzgados. Siembren un árbol, viajen a Paris, disfruten de los besos y abrazos, procreen,
deléitense con el atardecer y la luz de la luna. Tomen un café acompañado de
una buena charla. Pinten su mundo de color. Disfruten de ese frio que nos hace convertirnos
en una especia de taquito. Saboreen un nuevo platillo. Mójense bajo la lluvia. Perdonen
y amen. Comiencen a leer un buen libro, pero sobre todo escriban el propio. Llénenlo
de postales, amistades y aventuras. Cuando sientas que la vida no da para más,
piensa que la vida está esperando por ti. Abre la puerta, estoy seguro que no
te arrepentirás. Tal vez no lo tendremos todo, pero no todo lo es todo (reburujado,
lo siento). Recuerden solo que su felicidad nunca será negociable. Sean lo que
quieran ser, pero sean. No sean eco, no
sean sombras. Sean luz del mundo. Iluminen sus días comenzando con una sonrisa,
con un buen día a la vida.
¿Quieres cambiar el mundo? Cambia
de actitud. Se imán para atraer cosas buenas. Veras que todo se acomoda. Descubrirás
que es verdad que somos una pieza más de este hermoso y misterioso universo. Y
todo fluirá, aún más allá de lo que te puedas imaginar. No podría cerrar este
texto con la frase de “nada es para
siempre”. Me da gusto saber que así sea. Ese “nada” que se aplica a las cosas
materias (incluido nuestro cuerpo), a los malestares físicos y psíquicos; y
claro, a nuestra salud y bienestar. Todo eso es pasajero. Y el “para siempre” está regido por la
estancia en este mundo en espera de su “muerte”. Pero nuestro ser, nuestra
amistad será para toda la eternidad. Donde la palabra adiós no existe en el diccionario. ¿Te das cuenta porqué me da
gusto? ¡Buena vida!
Eternamente tu amigo, Samuel
Arroyo.
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