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Una hamburguesa especial.


Era una noche fresca y de antojos. Quería algo de comida chatarra. Una deliciosa hamburguesa repleta de tocino.  Grasosa y “chilosa” como dicen en Delicias,  Chihuahua. Eran como las 11:30 pm, para mí no era noche, puesto que duermo un par de horas más tarde. Tome el carro para ir aquel lugar conocido para comprarme mi antojito. Llegue al puesto de hamburguesas y note que no estaba el dueño.  Solo estaba la empleada. Una mujer chaparrita delgada de piel morena. No recuerdo su nombre. A pesar que esta historia, la protagonista es ella.  “Buenas noches señor”-me recibió. Salude y le pedí una hamburguesa especial, de esas que tienen arto tocino. “Le daré la más rica” – me dijo. Sonreí y quede  un poco extrañado por su comentario, le pregunte. “Por qué la más rica?”.  “Porque es la que más me gusta a mí, tiene mucha carne y tocino. Nada que ver con la que trae piña. Las hawaianas esas”-me respondió. Debo de admitir que pensé mal. En ese momento. Imagine una escena de coqueteo. A eso a lo que llamamos “echar los perros”. Reprimí mi ego lo encerré y baje unos cuantos niveles de mi narcisismo. Enseguida me comenta que mi hamburguesa se iba a tardar más de lo normal, puesto como no estaba el jefe, el carbón se había consumido. Así que el calor no era lo suficientemente fuerte. “no te preocupes, si ya espere un par de horas sin cenar, qué más da 10 minutos más” - le comente.

Llego la pausa. Un silencio. Mientras veía como escurría la grasita quemada por las brasas. Y de ¡pronto! me lanza una pregunta “ y… a que se dedica señor”.  Debo de confesarles que me sentía un poco a la defensiva. No me agrada contarles sobre mi vida a personas extrañas. (¿Entonces por qué demonios hice este blog?). En lugar de responderle, le pregunte “Por qué la pregunta”. Ella sonrió y sin tapujos me dijo. “es que su cara está llena de brillitos por eso le pregunto.” Y la charla comenzó a tomar forma. Le dije en broma “no vayas a creer que me maquillo, y como es noche y tarde. No pienses mal.” Lo que pasa es que esa noche ayudaba a hacer unas invitaciones que contenían listones, precisamente con “brillitos”. Tal vez rose mi cara con las manos llenas de ese material. Se volvió a reír. “en lugar que diga que andaba con unas muchachonas señor” – comenta. En ese momento comprendí la trama de la charla. “chin! Ya me quemé” dije. Ella solo movió la cabeza como negando mi comentario mientras le daba vuelta a la carne. “¿y cuántos años tienes señor?”. Comenzó las preguntas de ley. Obvio no diría el típico ¿de cuánto me notas?. 32 – le respondí. “¡No le creo!. Se ve mucho más joven, ha de tener mucho pegue pues ¿verdad señor?” – me dice.  La verdad no entendía por qué la relación de no aparentar más años con el ser más atractivo. Según ella, aclaro. A decir verdad, como anteriormente ya había apagado mi ego. Sus palabras eran semi-transparentes. Y dejaban ver alguna especie de necesidad. Fisiológica, moral, espiritual. No lo sabía en ese momento. “de cuantos me nota ud señor” – pregunta. Esto es algunas de las cosas que no me gusta hacer, no me gusta herir susceptibilidades por mis respuestas pero lamentablemente lo hago seguidoL. “yo creo que 31” honestamente le dije. “nooooo! Tan vieja me veo! “ -riéndose me dijo. “Bueno yo creo que 31 pero eres como yo, de traga años… aparentas  24 años” .-alimente su ego. Y funcionó en algo, reparé el daño. “En realidad tengo 28 años”. – comenta. “estaba cerca”. Le dije.

Por fin salió la carne, y comenzaría “la arropada” de los aderezos, verdura y tocino. Me moría de hambre. Pensaba en el refresco que acompañaría a mi hamburguesa.  “¿está casado señor? – arremetió súbitamente. Volví a la charla. “Así es” -  le dije. “No creo, señor. ¿De verdad? Primero porque no trae anillo, segundo porque solo compro una hamburguesa, a menos que su esposa este  a dieta.”. - me dijo. Increíblemente, mientras yo divagaba ella me analizaba y preparaba sus preguntas. Era todo un rito. ¡Que Facebook ni que nada!. “En verdad estoy casado. Tal vez no me creas, pero así es. Puedo imaginar que tú también lo estás, y eres madre. Puesto que estas en un trabajo que es de tarde-noche, y ¡vaya que sales noche! a las 2 am.”- Le comente. No le di oportunidad para divagar. Y le devolví la pregunta con respuesta. Me confirmo y agrego que tenía bastantes niños, no me quiso dar la cifra. No insistí. “y nada que viene tu patrón, se me hace que te tocara cerrar, deberías de llamarle a tu esposo para que venga más temprano por ti para que te ayude” -  le comente. ¡y en ese momento ardió Troya!

Toque la parte medular, como dice Miguel Tabares, comenzó hablar mal de su esposo. Que era un patán. Un bueno para nada. Me conto todo de él. En lo personal a mí no me gustaría que contaran mis intimidades. En fin, muchos adjetivos que se veía que los decía de “corazón”.  Por fortuna, a mi hamburguesa ya le había puesto el chile. ¡Sino imagínen!- La escuchaba con atención. “He querido rehacer mi vida, volver a empezar, pero me es difícil por todos mis hijos”. Me dijo y su rostro cambio de coquetería alegrosa a modo frustración. Me entrega mi antojito. Le pague exactamente la cantidad. Y le comente, así como la hamburguesa es especial, has de tu vida algo especial. Ella sonríe. “Nos vemos luego, gracias” le dije. “cuando quiera señor, aquí lo esperare”-replico. Que rápido se le quito la frustración. Pensé.

Esta historia me llamo la atención compartirla porque en ella todos nos reflejamos de cierta manera. Al convivir con las diferentes personas en  nuestra vida, jugamos a los roles. Esos que cambiamos y adaptamos según nuestras necesidades. Todos tenemos estas actitudes. Sin embargo, cuando estamos deprimidos, solemos cometer tonterías. Perdemos la autenticidad y otras veces nuestra dignidad. Incluso, cuando estamos muy “enfermos”, ni siquiera nosotros entendemos nuestra actitud porque dentro, en el fondo, existe una razón de nuestro comportamiento. Pero no podemos comprenderla. Nos cegamos y creemos que estamos bien. Mi amiga, que aún sigo sin recordar su nombre, en su desesperación por recobrar la alegría de su vida, crea una fascinante historia. Era yo el personaje principal de aquel imaginario desenlace. Tal vez lo que deseaba realmente era que al terminar su jornada esperara por ella. En lugar de su terrorífico esposo. Para ella, aunque sea algo fugaz podría representar una esperanza para su vida. Especulo. Siempre tendremos el poder de elegir. ¿tú que elegirías?

Y claro, no me creí eso de que era Bratt Pitt.

Comentarios

  1. está excelente tu historia y tienes mucha razón, todos jugamos a los roles y siempre o en algún momento, creamos personajes para nuestras historias con las personas que vamos conociendo.

    Fany tu sister

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  2. Excelente articulo!... creo que algunas veces nos enfrascamos en algo que ya no existe y lo único que queremos es ver el sol de nuevo!.. pero para eso no se cuanto tiempo pasara para encontrar esa paz que tanto buscamos.

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