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Mostrando entradas de enero, 2016

Sin rueditas

Unos de los placeres que tengo, aparte de admirar los atardeceres, es andar en bicicleta. Me hace sentirme libre, recrea mi mundo, me convierto en un aventurero cuando ando por nuevos lugares. Descubro lo maravilloso que es mi ciudad mientras pedaleo lentamente. Me agrada sentir el cansancio en mis piernas después de una larga ruta. Sin embargo siempre me queda la sensación que aun quiero más. Es como si fuera una forma de expresar mis sentimientos, pensamientos y algunas veces mis frustraciones. Para mi resulta una buena terapia de relajación, una honesta conversación con Dios y conmigo mismo.  Una noche mientras regresaba a casa, recordé mi primera bicicleta. Era de un color “torna azul”, así la conocí por papá, hacía referencia al color porque en ciertos ángulos donde reflejaba la luz, pareciera que cambiara de tonalidad con una especie de destellos metálicos. Simplemente hermosa como ninguna. Era una bicicleta tipo freestyle, marca Fox si no más recuerdo, con sus protector